«Como siempre pasa ante el mutismo y opacidad de las autoridades mexicanas, ayer tuvieron que ser las autoridades de Estados Unidos las que informaran de dos acuerdos en los que México terminó cediendo a las presiones de la administración Donald Trump.

Por un lado el tema del agua del Río Bravo, que finalmente México aceptó entregar a los agricultores texanos, y por el otro lado el asunto del combate a la plaga del gusano barrenador que está afectando al ganado mexicano.

Y es que, por más que hablen de “soberanía” y de que “no, nos subordinamos”, al final las presiones y amenazas de la administración siempre terminan haciendo que el gobierno de Sheinbaum ceda bajo la figura de la “cooperación”.

Porque en el tema del agua la presidenta había declarado que “no tenemos agua para entregarles”, aunque ofreció revisar opciones y ayer el Departamento de Estado informó en un comunicado, que el gobierno mexicano había aceptado pagar el agua que adeuda a su país en el marco del Tratado de Aguas de 1947.

“México se ha comprometido a transferir agua de inmediato desde embalses internacionales y a aumentar la cuota del caudal estadounidense en seis afluentes del Río Bravo hasta el final del ciclo hidrológico quinquenal actual”, dijo el comunicado del gobierno estadounidense, en el que también se reconoció a la presidenta mexicana “su participación personal para facilitar la cooperación”. Algo similar pasó con el caso de la plaga de gusano barrenador en el ganado mexicano.

Tuvo que salir la jefa del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, a acusar que el gobierno de México y su Secretaría de Agricultura no habían respondido a la carta que les envió desde hace unas semanas en las que se le pedía informar sobre las acciones que estaban tomando para frenar el contagio de la plaga en las reses mexicanas, y ante la nula respuesta de las autoridades mexicanas, el fin de semana la titular de Agricultura estadounidense salió a denunciar la falta de cooperación de México, al haber negado permisos de vuelo a la empresa Dynamics Aviation, para que liberara moscas estériles en las zonas ganaderas mexicanas, y ante ello Brooke Rollins puso un ultimátum: “Si no hay respuesta y acciones claras de México contra esta plaga restringiremos la importación de carne y ganado mexicano por la frontera estadounidense”, dijo la funcionaria.

Ante la presión, el secretario Julio Berdegué salió a decir que estaban negociando, algo que nunca informó en México, y dijo que lo hacía con “cabeza fría” y no aceptaría presiones del gobierno estadounidense. Incluso ayer mismo la presidenta vinculó esta amenaza por el gusano barrenador a las elecciones en Estados Unidos y dijo que “México no es piñata de nadie”.

Pero apenas unas horas después de los dichos de la mandataria y su titular de Agricultura, otra vez desde Washington, la secretaria Rollins anunció por la tarde que habían alcanzado un acuerdo con México para controlar y eliminar al gusano barrenador en el ganado mexicano y ofreció dar más detalles de algo que, para variar, en México no había informado nuestro gobierno. Así que podrán decirse muy “soberanos” y que “no somos piñata” o que sólo aceptamos “cooperación pero no subordinación”, pero al final este gobierno y su presidenta, como todos los gobiernos y presidentes de la historia mexicana, se doblan y se agachan cuando desde la Casa Blanca los amenazan y los presionan.

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