23 de octubre de 2024

El Banco de México (Banxico) se encuentra en una encrucijada financiera. En su última reunión de agosto pasado, mantuvo su tasa de interés de referencia en un 11.25%, por tercera vez consecutiva, subrayando la complejidad que rodea a la inflación en el país. En este panorama, el mercado sigue creyendo que Banxico adoptará un enfoque prudente y mantendrá su tasa de interés de referencia sin cambios por cuarta vez consecutiva.

Sin embargo, el hecho de que la inflación se mantenga por encima del objetivo oficial del banco es probablemente la razón más importante por la que Banxico va a mantener las tasas de interés sin cambios y que el primer recorte de tasas es todavía posible antes de fin de año (en el cuarto trimestre).

Uno de los principales factores que mantienen a Banxico alerta es la persistente inflación en México. Aunque se observa una desaceleración, la inflación sigue por encima del objetivo oficial del Banco, establecido en un 3% más o menos un punto porcentual. El último informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestra que la inflación subyacente subió solo un 0.27% en la primera quincena de septiembre, pero un 5.78% respecto al año anterior. La inflación de referencia se sitúa en el 4.44%. Todas estas cifras mantienen la presión sobre Banxico para tomar medidas.

Lo que vemos es que la inflación sigue desacelerándose, pero no lo suficiente como para contener la decisión de la junta. Antes de volverse pesimista (dovish), la junta de Banxico probablemente preferiría ver una disminución estructural en los costos de insumos y un crecimiento más moderado de los salarios. Sin embargo, lo que vemos ahora es una disminución anual de la inflación que, por un lado está impulsada por efectos de base, y por otra parte, está impulsada por las fluctuaciones estacionales de los precios de la energía y los alimentos.

El sólido comportamiento del peso mexicano ha desempeñado un papel importante en la reducción de la tasa de inflación. De hecho, la divisa mexicana ha sido una de las pocas divisas de mercados emergentes que se ha apreciado durante el ciclo de endurecimiento de la Fed. No olvidemos que los elevados diferenciales de tasas de interés respecto a Estados Unidos han contribuido a la fortaleza del peso, lo que a su vez, ha ayudado a aliviar las presiones inflacionarias.

Si a este panorama sumamos la presión sobre Banxico para que relaje su política monetaria y adopte un enfoque de objetivos de crecimiento en el preámbulo electoral, estas son variables que se suman a la complejidad, pero que no consideramos ponga en riesgo la fortaleza y autonomía del Banco.

Adicionalmente, existe otro tipo de presión en el frente internacional. Otros bancos centrales de América Latina ya han puesto fin a sus ciclos de endurecimiento y han empezado a recortar las tasas. Es posible que Banxico sienta la necesidad de seguir su ejemplo. Es cierto que los bancos centrales de Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay han recortado sus tasas de interés. Pero sus ciclos de endurecimiento monetario fueron más agresivos. Además, Banxico empezó a apretar antes, fue más despacio y, por lo tanto, probablemente terminará más tarde y de forma más gradual.

Hacia adelante en el año, esperamos un recorte de tasas de 25 puntos en el cuarto trimestre, cuando la comprensión de que las tasas en Estados Unidos han tocado el techo permitiría a Banxico relajarse un poco y prevemos que el escenario base es que el peso fluctúe en el rango de 17.30-18.20 unidades por billete verde en el cuarto trimestre del año.

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