El papa Francisco ha recibido el alta hospitalaria este miércoles, tras pasar diez días ingresado después de someterse a una operación para extraerle parte del colon el 4 de julio. El pontífice, de 84 años, abandonó el centro Policlínico Agostino Gemelli de Roma por la mañana a bordo de un coche y, antes de regresar al Vaticano, se detuvo a rezar unos minutos en la basílica de Santa María la Mayor. El papa suele visitar esta iglesia a menudo, especialmente antes de comenzar sus viajes apostólicos y también al regresar de ellos.
De allí se trasladó directamente a la casa Santa Marta, la residencia para sacerdotes en la que vive dentro de los muros vaticanos. Poco antes de llegar se bajó del vehículo, donde ocupaba el asiento del copiloto, para saludar, sonriente, a los agentes de policía que lo escoltaban desde el hospital.
La salida del pontífice del centro médico ha sido discreta, al igual que el ingreso, que se produjo el mismo 4 de julio por la tarde, después de participar con total normalidad en el rezo del Ángelus desde la ventana de su despacho en el Palacio Apostólico que da a la plaza de San Pedro. El anuncio de la intervención pillo por sorpresa a pesar de que estaba programada para coincidir con el mes de julio, en el que Bergoglio reduce considerablemente su agenda.
El motivo de la intervención quirúrgica fue una estenosis diverticular grave con signos de diverticulitis esclerosante, según informó el Vaticano, en la que se le extrajo una parte del colon y que requirió anestesia general. La Santa Sede ha ido emitiendo boletines médicos prácticamente a diario y ha asegurado que el pontífice evolucionaba según lo previsto.
En los días de ingreso se le ha visto saludando en silla de ruedas a algunos pacientes que también estaban ingresados en el mismo centro. Y además visitó en dos ocasiones a los niños de la unidad de oncología pediátrica del hospital, en la décima planta, la misma en la que los papas cuentan con un apartamento privado para recibir tratamiento para sus posibles enfermedades.
Se sabe también que el pontífice, aficionado al fútbol, siguió desde su habitación del hospital los partidos de la Copa América y de la Eurocopa, que ganaron, respectivamente, la selección de su país, Argentina, e Italia.
El pasado domingo, Francisco reapareció en público, con buen aspecto, desde el balcón del hospital para celebrar el tradicional rezo del Ángelus y dirigir algunas palabras a los fieles que se congregaban a la entrada del centro médico o que lo seguían a través de los medios de comunicación vaticanos.
En su alocución, Bergoglio llamó a mantener un sistema sanitario de calidad accesible y “gratuito” para todos. “En estos días de hospitalización, he experimentado lo importante que es un buen servicio sanitario, accesible a todos, como el que hay en Italia y en otros países. Un sistema sanitario que garantice un buen servicio accesible para todos”, dijo, en compañía de algunos niños enfermos, desde el balcón de la décima planta en la que estaba ingresado. Y agregó: “No debemos perder este bien tan precioso ¡Tenemos que mantenerlo! Y para ello debemos esforzarnos todos, porque sirve a todos y requiere la contribución de todos”. Además reconoció que cuando, en ocasiones, también en la Iglesia alguna institución sanitaria no funciona correctamente por motivos económicos o a causa de una mala gestión, “lo primero que viene a la mente es venderla”. Pero, señaló: “La vocación de Iglesia no es hacer dinero, sino dar servicio, y el servicio siempre es gratuito”. “Salvad las instituciones gratuitas”, concluyó.
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