Muchos de los que buscan seguridad en Kabul están durmiendo en las calles.
Hay cerca de 72.000 niños entre las personas que huyen hacia la capital en los últimos días, según la organización Save the Children.
«No tenemos dinero para comprar pan o conseguir alguna medicina para mi hijo», dijo a la BBC Asadullah, un vendedor ambulante de 35 años que huyó de la provincia norteña de Kunduz después de que los talibanes prendieran fuego a su casa.
«Toda nuestra casa y pertenencias se quemaron, así que vinimos a Kabul y oramos a Dios para que nos ayude», agregó Asadullah.
En las afueras de la capital afgana hay campamentos improvisados mientras que muchos otros duermen en almacenes abandonados, según informaron medios locales.
En declaraciones a la BBC poco antes de la caída de Kandahar, Pashtana Durrani, directora ejecutiva de una ONG educativa que trabaja con niñas afganas, dijo que temía por su vida debido a su papel vocal en la defensa de la educación de las mujeres.
«Las niñas con las que trabajamos huyeron», aseguró. «No sé dónde están las estudiantes y personalmente estoy asustada por sus vidas. ¿Qué pasa si las obligaron a casarse con un combatiente talibán? ¿Cómo será su vida?», se preguntó.
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