En poco menos de un año, los mexicanos elegirán por primera vez en su historia a una mujer como la presidenta de su país. Esa posibilidad se convirtió en una realidad cuando la jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, fue seleccionada por el partido gobernante Morena para enfrentar a la candidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez.

Se trata de una situación inédita en un país profundamente machista en el que sólo ocho candidatas han aspirado a la presidencia desde 1982, aunque las mujeres sufragaron por primera vez en 1955.

Rosario Ibarra de Piedra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo Otero, Patricia Mercado, Josefina Vázquez Mota y Margarita Zavala precedieron sin éxito el actual intento de Sheinbaum y Gálvez de dirigir durante seis años los destinos del pueblo mexicano.

Ahora sólo queda presenciar la aguerrida campaña entre Sheinbaum, de 61 años, y Gálvez, de 60, antes de las elecciones del 2 de junio de 2024.

“Las candidatas no pueden ser más distintas. La morenista, una científica de alto nivel, es seria, comedida, reservada; la panista (es senadora por el PAN, el partido más a la derecha del Congreso) es un ciclón en sus filas, sonriente y deslenguada, una empresaria chistosa y atrevida, entrona,

Los orígenes de Prudencia

En este momento histórico es pertinente recordar el legado de Prudencia Ayala, una salvadoreña de padre mexicano que fue la primera mujer en la historia de América Latina en lanzarse como candidata presidencial hace ya 93 años.

Es difícil exagerar cuánto se adelantó Ayala a su tiempo. Su candidatura a la presidencia presentada en 1930, que luego sería bloqueada por la Corte Suprema, ocurrió dos décadas antes de que se permitiera a las mujeres votar en El Salvador, aseguró Isabel Castillo, investigadora del Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez, en un artículo publicado en Américas Quaterly.

En un país conservador como El Salvador, la candidatura de una madre soltera indígena fue considerada una osadía.

Ayala hizo caso omiso a las críticas y argumentaba que si las mujeres habían gobernado en las monarquías europeas, qué de malo tenía que también gobernaran en las democracias de los países “indo-latino-hispanoamericanos”.

Uno de los puntos de su programa de gobierno señalaba su compromiso con la lucha por la equidad de derechos de las mujeres: “El elemento femenino obtendrá de hecho el derecho político para identificar la soberanía de la Nación en los dos sexos, en desarrollo de la política cívico social que instruya al ciudadano”.

Ayala nació en el estado salvadoreño de Sonsonate en 1885 de la unión de un indígena mexicano y una indígena salvadoreña. Estudió hasta segundo grado de primaria porque sus padres no pudieron seguir pagando sus estudios. Luego continuó estudiando de manera autodidacta con los libros que compraba con lo poco que podía ahorrar de su trabajo como costurera. También obtenía dinero como pitonisa, adivinando el destino de las personas leyendo cartas.

Ayala fue una mujer polémica y enigmática. Cuentan que a los 12 años empezó a tener premoniciones luego publicaría en el Diario de Occidente de Santa Ana. Los registros muestran que acertó algunas de sus profecías, como la caída del káiser de Alemania en 1914.

Escritora y política indígena

Incursionó en el periodismo y en la escritura, pero fue encarcelada en dos ocasiones por sus críticas al gobierno y al sistema que imperaba en El Salvador. Publicó tres obras: Escible, Aventuras de un viaje a Guatemala (1919); Inmortal, amores de loca (1925) y Payaso literario en Combate (1928).

En la década de 1920, Ayala ya se había convertido en una defensora del sindicalismo en Centroamérica, promotora de los derechos de la mujer y opositora del intervencionismo estadounidense. En ese momento decidió que escribir no era suficiente y decidió planificar su candidatura presidencial con el apoyo del Partido Unionista. En su programa de 14 puntos, Ayala hizo énfasis en la honestidad y la lucha contra la corrupción.

“Llamó a que las mujeres participaran en la campaña, hablando en numerosas reuniones y concediendo entrevistas. Irónicamente, sin embargo, la mayoría de las mujeres parecían apoyar a Araujo, del Partido Laborista. Tal vez al alejarse de las visiones dominantes de las mujeres como madres, el desafiar al statu quo era demasiado fuerte incluso para el electorado femenino”, señaló Morán Breña.

La prensa y personalidades políticas de la prensa la ridiculizaron, llamándola loca, bochinchera, fea, marimacha y analfabeta. Ayala no dio su brazo a torcer y elevó su petición a la Corte Suprema de Justicia para que la ley amparara su derecho como ciudadana a votar y optar por un cargo público. Pero su petición fue desestimada.

Para provocar a sus detractores, adoptó el uso de un bastón, que en ese momento era el símbolo distintivo de los hombres intelectuales de la época.

Las salvadoreñas tuvieron que esperar otros 20 años para ejercer el derecho al sufragio en 1950. Pero Ayala nunca pudo hacerlo. Falleció en julio de 1936 y permaneció en el olvido por más de medio siglo hasta que uno de sus dos hijos vio una foto de Prudencia en una exposición del Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador (MUPI) en San Salvador y reveló que su familia tenía un baúl con los escritos y objetos de su madre.

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