Una empresa disfuncional, con cero transparencia y que opera saltándose hasta sus propias reglas. Es el resumen que deja la nueva oleada de revelaciones de los ‘Facebook Papers’, miles de documentos filtrados por la exempleada Frances Haugen enviados al Congreso de EEUU y que ahora han sido publicados por un consorcio de medios internacionales, entre ellos ‘The New York Times’, ‘FT’, Bloomberg o la CNN. Entre la nueva información que ha visto la luz, destaca el enorme problema de la red social con los discursos del odio y cómo oculta su verdadero alcance, su incapacidad para desarrollar algoritmos que funcionen de verdad, o la preocupación interna por los datos que muestran como cada vez más gente joven abandona la plataforma.
Este último punto es uno de los más controvertidos para Facebook desde el punto de vista de negocio. Es la prueba definitiva de cómo la red social no solo es una plataforma conflictiva a nivel social y político, sino que, además, está empezando a perder atractivo como negocio. Muchas de las revelaciones que se conocen ahora no se habían hecho públicas antes, lo cual puede suponer un problema adicional para Zuckerberg, al no haber publicado información sensible para los accionistas.
Alarma por la huida de adolescentes
El tiempo que los adolescentes pasan en Facebook en EEUU está descendiendo un 16% año a año. El número de jóvenes que se unen está también cayendo y, además, el tiempo que tardan en unirse aumenta cada vez más. Hace unos años, prácticamente todos los adolescentes habían creado una cuenta al cumplir los 19 o los 20 años. Ahora, los documentos internos de la red social muestran que hasta los 24 o los 25 no se hacen una cuenta. Si es que se la hacen.
Estos datos, desconocidos hasta ahora, son parte de los documentos que la exempleada Frances Haugen ha enviado al regulador estadounidense, la Securities and Exchange Commission (SEC) y al Congreso, como parte de la investigación que ha generado su filtración.
La cuestión sobre la popularidad de Facebook entre los adolescentes era una de las más importantes que Mark Zuckerberg siempre ha esquivado. Otras plataformas rivales, como YouTube, Twitch o TikTok, han ido acaparando la atención de este segmento de edad, fundamental para la supervivencia a largo plazo de Facebook. La compañía, sin embargo, ha mantenido a inversores y a Wall Street en la sombra sobre su evolución real entre los usuarios más jóvenes. Ese es justo uno de los argumentos clave de Haugen: Facebook ha malinterpretado de forma consciente datos clave, mostrando a inversores y anunciantes cifras globales, pero no desagregadas por grupos de edad, algo fundamental para entender la verdadera salud del negocio y su potencial.
«Hay un problema respecto a cómo los jóvenes comparten contenido», describía un documento filtrado fechado a comienzos de 2021. «Están optando por otras aplicaciones para compartir su día a día y otros momentos de su vida«. El número de jóvenes en Facebook entre 18 y 29 en EEUU lleva cayendo un 2% anual desde 2019, y la empresa espera que siga cayendo un 4% adicional en los próximos tres años. Son datos que la red social nunca compartió de forma pública.
Barra libre para la gente importante
Algo que tanto Facebook como el resto de redes sociales han defendido desde sus inicios es que son lugares neutrales. Tablones vacíos en los que cualquiera puede escribir y que tiene una normativa básica de funcionamiento en la que todos somos iguales. Pero los documentos filtrados también demuestran que nada de esto es cierto. Según los ‘Facebook Papers’, las altas esferas de la empresa intercedieron para que todo tipo de celebridades y políticos, con cierta tendencia hacia el lado conservador, pudiesen saltarse las normativas de la plataforma sin recibir ningún castigo. Es más, en su intento por mostrar una neutralidad irreprochable, estas injerencias habrían provocado el levantamiento de buena parte de los empleados.
Así lo demuestra una serie de documentos internos que forman parte de los papeles filtrados y que están firmados entre finales de 2019 y diciembre de 2020. En estos textos, cada uno por motivos diferentes, se pide a la dirección que ponga «cortafuegos» a las consideraciones políticas del proceso de moderación para evitar injerencias o se señalaba que Facebook bloqueó las decisiones de eliminar publicaciones «cuando veían que podían dañar a actores políticos poderosos«. «En varios casos, el juicio final sobre si una publicación destacada viola una determinada política escrita lo hacen los altos ejecutivos, a veces Mark Zuckerberg».
La presencia de Zuckerberg en estas decisiones es clara, según los documentos, y es que el líder de la red social es un ser omnipresente en su empresa. En 2019, según otro documento, se alega que Zuckerberg estuvo personalmente involucrado en la decisión de permitir un vídeo que hacía la falsa afirmación de que el aborto «nunca es médicamente necesario«. El vídeo fue borrado por un moderador, pero ese bloqueo se revocó tras las protestas de varios políticos republicanos en EEUU. Unas decisiones que chocan con la versión de Donald Trump y otros políticos conservadores que acusaban a estas empresas de acallar las voces de la derecha.
El informe publicado en diciembre de 2020 desmentía estas acciones y alegaba que muchas de las publicaciones censuradas a este lado del tablero políticamente luego se revocaban para evitar problemas y presiones. «En los Estados Unidos parece que las intervenciones han sido casi exclusivamente en nombre de los editores conservadores«, asegura el texto mencionando a sitios como Breitbart, Diamond and Silk, Charlie Kirk y PragerU como lugares que reciben un trato especial.
En una nota de despedida, otro empleado involucrado en los esfuerzos para frenar el discurso de odio en la plataforma acusó a Facebook de darle un trato especial a Breitbart, que desde 2018 se ha incluido en la pestaña de noticias de alta calidad de la compañía. «Hacemos excepciones especiales a nuestras políticas escritas para ellos e incluso los respaldamos explícitamente al incluirlos como socios confiables en nuestros productos principales», dijo el miembro del personal.
Según los documentos, se propusieron varias soluciones para acabar con estas intervenciones y rebajar la tensión con los empleados. Pero lo único que se logró fue la creación por parte de la propia cúpula de un equipo de supervisión interna que respondía a los mismos jefes que luego habían intervenido en la moderación dando manga ancha a las distintas celebridades. Hace solo unas semanas otra filtración mostró como la red contaba con listas blancas de usuarios que podían permitirse publicar todo tipo de contenido sin miedo a ser expulsados.
El fiasco del asalto al Capitolio
Es otro de los frentes en el que se centran los miles de documentos filtrados: cómo Facebook dio alas al contenido que animaba a una revuelta como la que ocurrió el 6 de enero de 2021, cuando partidarios de Donald Trump irrumpieron en la sede del Congreso ocupando el edificio durante varias horas. Los documentos muestran cómo Facebook implementó cambios durante las elecciones de 2020 que limitaban la visibilidad del contenido de extrema derecha pro-Trump. Estos cambios fueron anulados el 3 de noviembre, justo tres días antes del asalto al Capitolio. Horas después de que este se produjera, Facebook volvió a instaurar de emergencia estas medidas de control de contenido de extrema derecha. Fue ya demasiado tarde.
A las 14:00 del 6 de enero, hora local, cuando los asaltantes del Capitolio ya estaban a punto de tomar el edificio, Facebook aún no había movido pieza, según los documentos filtrados. Lo haría todavía horas más tarde. La respuesta de la red social consistió, entre otra cosas, en evitar que páginas de extrema derecha cambiaran su nombre a frases como «Stop the Steal«, que acabó convirtiéndose en lema del asalto y que se viralizó horas antes del mismo. Facebook aseguró que había realizado estos cambios mucho antes del asalto, pero los documentos filtrados por Haugen muestran que mintió, en realidad lo hizo horas después de que estallara la revuelta.
Algoritmos e IA que no funcionan
Los documentos filtrados por Frances Haugen demuestran también que ni los investigadores e ingenieros de la compañía saben muy bien cómo funciona su propia tecnología. Ocurre con los algoritmos que controlan qué tipo de contenido ve cada tipo de usuario. Un informe fechado en septiembre de 2019 señala que los hombres recibían hasta un 64% más contenido político que las mujeres en «casi todos los países». El motivo no estaba en las preferencias de los hombres, sino en la forma en la que funcionaba el algoritmo que, por algún motivo que se les escapaba a los investigadores, acababa creando esta diferencia.
Otro documento fechado en junio de 2020 asegura que «está prácticamente garantizado» que los «principales ‘algoritmos’ de Facebook presentan influencias basadas en la raza de los usuarios«. Los ingenieros de la red social especulaban que podía ser debido a que usuarios de una raza compartían más contenido y eran más activos. Eso resultaba en que el sistema les favoreciera sobre los demás.
Otro de los puntos débiles de la red social que queda al descubierto por los documentos filtrados es la escasa utilidad de sus sistemas de inteligencia artificial (IA) para detectar y retirar mensajes de odio. Varios documentos confirman que solo entre un 3% y un 5% del contenido de odio y un 0,6% de mensajes violentos son retirados de forma automática. Otro informe reconoce que su IA solo podría llegar a eliminar, como máximo, el 20% del contenido inapropiado dado lo «extremadamente complejo» que es para la IA entender el contexto en el que se usa el lenguaje. Es algo conocido y aceptado. La gran diferencia es que Mark Zuckerberg y los directivos de Facebook en público, de puertas hacia fuera, no solo ocultaban estos datos sino que, además, transmitían todo lo contrario, lo efectivo de la tecnología de la red social para controlar los discursos de odio.
FUENTE: Reuters
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