Un grupo de militares habría detenido tanto al primer ministro Abdalá Hamdok así como a otros funcionarios de su gobierno; en días pasados se habían registrado protestas a favor de un gobierno civil.
Un grupo de militares han arrestado este lunes al primer ministro de Sudán, Abdalá Hamdok, y a cuatro de sus ministros en sus respectivos domicilios en un aparente golpe de Estado.
Entre los detenidos se encuentran cuatro ministros: el encargado de la cartera de Asuntos Interiores, Jaled Omar Yusef, y del ministro de Industria, Ibrahim Al Sheikh, recoge Alarabiya.
Por su parte, la Asociación de Profesionales Sudaneses están haciendo un llamado a la población para que salga a las callen en apoyo del Gobierno y la autoridad civil del país.
Una alerta de golpe de Estado se fraguaba en Sudán
El golpe de Estado se produce cuando las protestas masivas en Sudán han dado un fuerte respaldo a un gobierno civil, pero los analistas advirtieron que las manifestaciones tendrían poco impacto en las facciones poderosas que presionan para un retorno de los militares.
El golpe de Estado se produce cuando las protestas masivas en Sudán han dado un fuerte respaldo a un gobierno civil, pero los analistas advirtieron que las manifestaciones tendrían poco impacto en las facciones poderosas que presionan para un retorno de los militares.
Bajo un acuerdo de 2019 para compartir el poder tras la caída del dictador Omar al Bashir, Sudán está dirigido por un consejo de representantes civiles y militares, encargado de una transición a un gobierno plenamente civil. Pero las grietas en el bando civil se hicieron cada vez más grandes.
El jueves, decenas de miles de sudaneses marcharon en varias ciudades para apoyar la transferencia al mando civil y contrarrestar una «sentada» rival de varios días frente al palacio presidencial para pedir la vuelta al «gobierno militar».
Las dos partes representan facciones opuestas de las Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FFC), la entidad civil que encabezó las manifestaciones que llevaron al ejército a derrocar y encarcelar a Bashir.
Este sábado, Yasser Arman, uno de los líderes de las FFC, advirtió en rueda de prensa que «la crisis actual es una maquinación, un sigiloso golpe de Estado», al tiempo que reiteró su apoyo al primer ministro, Abdullah Hamdok.
En una muestra de la tensión dominante, un centenar de manifestantes quemaron neumáticos frente a la agencia oficial Suna, donde se celebraba la rueda de prensa de las FFC, obligando a la coalición a retrasar la conferencia.
«Las manifestaciones del jueves fueron un rechazo explícito a la perspectiva de un gobierno militar e hicieron hincapié en que la transición al mando civil sigue siendo la meta», explicó el analista sudanés Othman Mirghani. Sin embargo, admitió que «a pesar de su alcance, tienen poco impacto en la realidad política».
Críticos señalan que la manifestación promilitar fue orquestada por figuras del alto mando de las fuerzas de seguridad, seguidores de Bashir y otros «contrarrevolucionarios». Pero también atrajo apoyo de algunos de los más afectados por las reformas económicas que impulsó el primer ministro Abdullah Hamdok, respaldadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La precaria transición de Sudán se vio afectada por divisiones políticas y luchas de poder entre facciones. «Las divisiones en el FFC, que afectan a su capacidad de gobernar, hace más fácil que los militares y los disidentes del FFC señalen sus deficiencias como un motivo para disolver el gobierno», dijo Jonas Horner, del International Crisis Group.
Incluso ministros del gabinete de Hamdok han expresado su apoyo a bandos rivales. El ministro de Industria, Ibrahim al Sheik, se unió el jueves a las manifestaciones en apoyo al mando civil. Pero un día después, el ministro de Hacienda, Gibril Ibrahim, un ex líder rebelde de Darfur, participó en la sentada promilitar.
Ante ello, Volker Perthes, representante especial de la ONU para Sudán, enfatizó en «la necesidad de mantener la alianza constitucional entre los componentes militar y civil, tras reunirse el jueves con el general Abdel Fattah al Burhan, jefe del Consejo Soberano, el organismo que gobierna. Perthes urgió un «retorno al diálogo y construir sobre los logros del período de transición».
Las tensiones entre los dos bandos se intensificaron tras un fallido intento golpista el 21 de septiembre. El respaldo al gobierno de Hamdok, nombrado en 2019 por el FFC, entonces unido, ha perdido fuerza por las difíciles reformas económicas que afectaron a la población.
El dirigente quedó expuesto a críticas por la demora en hacer justicia para las familias de los víctimas bajo el gobierno de Bashir y en las protestas de 2019 tras su caída.
Además, desde mediados de septiembre, el gobierno ha sido criticado por su gestión de las protestas antigubernamentales, que derivaron en el bloqueo de Puerto Sudán, principal punto de comercio internacional, lo que causó escasez de productos en todo el país.
«Hamdok y el FFC no han llenado las expectativas de la gente», indicó Mirghani. «Las protestas del jueves no fueron realmente para apoyarles, sino simplemente para señalar las metas revolucionarias», agregó.
Las fuerzas de seguridad, incluyendo las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) y las temidas Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR, paramilitares), mantienen un férreo control y están involucradas en todo, desde la política internacional hasta el manejo de empresas lucrativas.
«Los militares, tanto las FAS como las FAR, están decididas a mantener su poder político y económico», según Horner, aunque apuntó que las grandes protestas podrían contrarrestar su fuerza.
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