El presidente López Obrador presentó el plan de apoyo a personas afectadas por el huracán «Grace» en Puebla, junto al gobernador Miguel Barbosa y varios miembros de su gabinete como el secretario Luis Cresencio Sandoval y la secretaria Rosa Icela Rodríguez.
Poco antes de terminar su intervención alrededor de 200 habitantes de la comunidad Huauchinango interrumpieron a gritos y lograron pasar el operativo de seguridad a la entrada del lugar, mientras la transmisión del evento continuaba. «Pérate, pérate, ahorita hablamos», se escucha decir al presidente.
«¿Me van a permitir hablar? Sí, pero hazte a un lado, a un lado. A un lado, a un ladito», responde López Obrador a una persona visiblemente enojado que acusa a un tal Vargas de la Sierra Norte de Puebla. «¿Me van a dejar hablar? ¿Me van a respetar?», exigió el presidente a la multitud que llenó el lugar.
Luego de convertir el evento en un mitin donde prometió a los damnificados enseres (camas, lavadoras y refrigeradores) y que sus solicitudes serían atendidas por funcionarios federales que dejaría a cargo, el presidente López Obrador anunció que tenía otro evento en Tlaxcala y se retiró del lugar.
No es la primera vez que la seguridad de la comitiva presidencial se ve comprometida. El pasado 1 de marzo, en medio del fuerte operativo para el ingreso a Palacio nacional, un joven se coló a la mañanera del presidente y en transmisión nacional tomó de las manos a López Obrador. Ningún miembro de su ayudantía ni del equipo de Comunicación Social pudo impedirlo.
Pero el hecho más preocupante ocurrió el pasado 27 de agosto, en Chiapas, cuando por poco más de dos horas el presidente fue retenido por maestros de la CNTE, quienes exigieron una solución a sus demandas afuera de la VII Región Militar en Tuxtla Gutiérrez, impidiendo que López Obrador llegara a su conferencia matutina. Molesto, el presidente esperó en su camioneta, hasta que los manifestantes dejaron avanzar su convoy.
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