Una guía de las causas detrás de una crisis que amenaza con convertirse en un enfrentamiento militar y lo que está en juego para Rusia, EE. UU. y la OTAN.

Un soldado ucraniano patrullando el frente en Avdíivka, Ucrania, el 2 de diciembre. La tensión entre Rusia y Ucrania se ha estado cocinando desde

Pero lo que a simple vista puede parecer un episodio peligroso de una época lejana, ahora es el centro de los asuntos mundiales. Tras una reunión con líderes europeos el 11 de febrero, la Casa Blanca advirtió que Rusia podría iniciar una invasión a gran escala de Ucrania la siguiente semana, el 16 de febrero. El día transcurrió sin repercusiones, pero Estados Unidos y Rusia dieron dos versiones muy distintas de lo que sucedía en el territorio que rodea a Ucrania. El Kremlin ofreció su versión más detallada hasta el momento de lo que describió como una retirada parcial de tropas, mientras que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN dijeron que la amenaza rusa seguía creciendo.

Funcionarios estadounidenses dicen que la campaña rusa ha alcanzado los 130.000 soldados. Dicen que tienen pruebas de un plan de que Rusia contempla una fuerza invasora de 175.000 efectivos, por lo que el ejército de Ucrania, a pesar de contar con equipo y entrenamiento brindado por Estados Unidos, tendría poca capacidad para detenerla.

Unos 8500 soldados estadounidenses están en “alerta máxima” para un posible despliegue en Europa del Este, muy probablemente para dar seguridad a los aliados estadounidenses en la región.

Una acción militar amenaza con desestabilizar la ya volátil región posoviética, con graves consecuencias para la estructura de seguridad que ha gobernado Europa desde la década de 1990.

Rusia ha elaborado una lista de exigencias de amplio alcance para remodelar esa estructura, posiciones que la OTAN y Estados Unidos han rechazado. Los funcionarios rusos insistieron en que no tenían planes de invadir Ucrania, pero Putin no lo ha descartado.

¿Qué hay detrás de la crisis de Ucrania?

Tras el colapso de la Unión Soviética, la OTAN se expandió hacia el este, incorporando a la mayoría de las naciones europeas que habían estado en la esfera comunista. Las repúblicas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, que antes formaban parte de la Unión Soviética, se unieron a la OTAN, al igual que Polonia, Rumania y otras.

Como resultado, la OTAN, una alianza creada para contrarrestar a los soviéticos, se acercó cientos de kilómetros a Moscú, limitando directamente con Rusia. Y en 2008, declaró que planeaba —algún día— incorporar a Ucrania, aunque eso se ve todavía como una perspectiva lejana.

Putin ha descrito la desintegración soviética como una catástrofe que arrebató a Rusia el lugar que le correspondía entre las grandes potencias del mundo y la puso a merced de un Occidente depredador. Ha pasado sus 22 años en el poder reconstruyendo el ejército ruso y reafirmando su peso geopolítico.

El presidente ruso califica de amenazante la expansión de la OTAN, y la perspectiva de que Ucrania se una a ella, de amenaza existencial para su país. A medida que Rusia se ha hecho más firme y fuerte militarmente, sus quejas sobre la OTAN se han hecho más estridentes. Ha invocado repetidamente el espectro de los misiles balísticos y las fuerzas de combate estadounidenses en Ucrania, aunque los funcionarios estadounidenses, ucranianos y de la OTAN insisten en que no hay ninguno.

Putin también ha insistido en que Ucrania y Bielorrusia son fundamentalmente partes de Rusia, cultural e históricamente. Putin ejerce una gran influencia sobre Bielorrusia, y las conversaciones sobre algún tipo de reunificación con Rusia se han prolongado durante años.

Sin embargo, las relaciones entre Oriente y Occidente empeoraron drásticamente a principios de 2014, cuando las protestas masivas en Ucrania obligaron a abandonar a un presidente estrechamente aliado con Putin. Rusia invadió y anexionó rápidamente Crimea, parte de Ucrania. Moscú también fomentó una rebelión separatista que se hizo con el control de parte de la región ucraniana de Donbás, en una guerra que aún se prolonga y en la que han muerto más de 13.000 personas.

Un acuerdo de alto el fuego de 2015 en Donbás podría dar a los apoderados rusos poder de veto sobre gran parte de la política ucraniana, incluso en asuntos exteriores. Pero la guerra ha hecho a Rusia más impopular en Ucrania, y ambas partes se acusan mutuamente de violar el acuerdo, por lo que nunca se ha aplicado plenamente.

¿Qué busca Putin?

Putin parece estar decidido a retroceder el reloj más de 30 años, estableciendo una amplia zona de seguridad dominada por Rusia que se asemeje al poder que Moscú ejercía en la época soviética. Con 69 años y posiblemente cerca del ocaso de su carrera política, está claro que quiere atraer a Ucrania, una nación de 44 millones de habitantes, de nuevo a la órbita de Rusia.

​​Está menos claro hasta qué punto está dispuesto a hacerlo por la fuerza si el precio para Rusia es elevado, y si se conformaría con una Ucrania dócil, pero que se mantenga al margen de Rusia.

En diciembre, Rusia presentó a la OTAN y a Estados Unidos una serie de exigencias escritas que, asegura, son necesarias para garantizar su seguridad. La más importante de ellas es la garantía de que Ucrania nunca entrará en la OTAN, de que la OTAN reducirá sus fuerzas en los países de Europa del Este que ya se han unido y de que se aplicará el alto el fuego de 2015 en Ucrania, aunque Moscú y Kiev discrepan profundamente sobre lo que eso significaría.

Occidente ha rechazado las principales demandas, pero ha hecho propuestas sobre otras cuestiones y ha amenazado con sanciones. La postura agresiva de Moscú también ha inflamado el nacionalismo ucraniano, con milicias ciudadanas que se preparan para una prolongada campaña de guerrilla en caso de una ocupación rusa.

El momento de Putin también podría estar relacionado con la transición del presidente Donald Trump, quien fue notablemente amistoso con él y despreciativo con la OTAN, al presidente Joe Biden, quien está comprometido con la alianza y desconfía del Kremlin.

También es posible que quiera dinamizar el apoyo nacionalista en casa centrándose en una amenaza externa, como ha hecho en el pasado. Putin ha aplastado los desafíos internos a su autoridad, pero el año pasado, con la economía tambaleándose y la pandemia haciendo estragos, los grupos de la oposición celebraron algunas de las mayores protestas contra Putin en años.

¿Cómo planea responder Estados Unidos?

La Casa Blanca advirtió el 11 de febrero que Putin podría organizar un gran ataque contra Ucrania a partir del 16 de febrero, después de haber cercado a Ucrania con fuerzas terrestres, marítimas y aéreas en tres lados. Los funcionarios reconocieron la posibilidad de que la mención de una fecha concreta pudiera formar parte de un esfuerzo de desinformación ruso. El día transcurrió sin acción militar, pero el presidente Biden dijo que la posibilidad de una invasión rusa de Ucrania seguía siendo “muy alta”, y que esperaba que el presidente Vladimir V. Putin la llevara a cabo en unos días.

Los funcionarios estadounidenses aún no saben si Putin ha decidido invadir.

A principios de diciembre, el presidente Joe Biden dejó claro que su gobierno no consideraba enviar tropas a Ucrania dado que, entre otras razones, Ucrania no forma parte de la alianza de OTAN y no está incluida en el compromiso de defensa colectiva del pacto.

En cambio, Estados Unidos ha enviado armas antitanques y antiaéreas a Ucrania, ha aumentado la presencia militar estadounidense en los países de la OTAN que tienen frontera con Rusia y ha puesto a 8500 soldados en alerta máxima para su despliegue en Europa del Este. Los funcionarios de Biden también advirtieron recientemente que Estados Unidos podría apoyar a la insurgencia ucraniana, en caso de que Putin invadiera Ucrania.

Pero el núcleo de la respuesta de Biden ha sido amenazar a Putin con “consecuencias económicas como nunca ha visto”, al tiempo que ha mantenido abiertos los canales diplomáticos y ha tratado de agrupar a todos los aliados de la OTAN en torno a una política unificada.

El golpe económico más severo que podría asestar Estados Unidos sería el de cortar a Rusia del sistema bancario internacional. Biden ha dicho que una invasión rusa significaría la muerte de uno de los proyectos más preciados de Moscú, el Nord Stream 2, de 11.000 millones de dólares, para aumentar las exportaciones de gas natural a Europa.

El gobierno trataría de congelar los activos personales que Putin y sus aliados tienen en el extranjero, dicen los funcionarios, y podría implementar sanciones que dejarían a los rusos sin sus amados teléfonos de próxima generación, laptops y otros dispositivos electrónicos, y al ejército sin su equipamiento avanzado.

En respuesta a las demandas de Rusia, los funcionarios estadounidenses han ofrecido medidas como conversaciones sobre el control de las armas nucleares y una mayor transparencia en los ejercicios militares, que sus homólogos rusos han calificado de valiosas, pero no centrales. Los líderes europeos están celebrando sus propias conversaciones con Moscú, aunque los detalles se mantienen en secreto.

Un conflicto cada vez más intenso en Ucrania pondría a prueba la determinación de la gestión de Biden, ya que ha estado trabajando para restaurar la confianza en el liderazgo mundial de Estados Unidos luego de la reciente retirada desordenada de Afganistán y su reducción de compromisos en el extranjero bajo la presidencia de Trump, que declaró a la OTAN “obsoleta”.

Una escalada en Ucrania también amenaza con trastocar los esfuerzos recientes de Estados Unidos y la OTAN para llamar la atención de la alianza hacia el desafío de seguridad que representa China.

¿Qué hay en riesgo para Europa?

Para Europa, lo que está en juego es si puede permitir que Putin trastoque la estructura de seguridad que ha ayudado a mantener la paz en el continente desde la Segunda Guerra Mundial.

Y mientras los europeos se muestran divididos sobre cómo responder a las diversas formas de agresión rusa, el conflicto también ha puesto al descubierto las fracturas dentro de la Unión Europea y la OTAN.

Europa perdió a una valiosa interlocutora con Moscú con la salida de la canciller alemana Angela Merkel, quien creció en la parte oriental de Alemania, habla ruso con fluidez y entabló una buena relación de trabajo con Putin. Su sucesor, Olaf Scholz, ha sido criticado por no adoptar un papel destacado en la crisis.

Europa tiene importantes lazos comerciales con Rusia y podría perder mucho más que Estados Unidos a causa de las sanciones impuestas después de una invasión rusa de Ucrania. También depende del suministro de gas ruso, una debilidad que Putin ha explotado en conflictos del pasado.

FUENTE: REUTER

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