Londres, en 2012, se convirtió en la única ciudad que ha acogido los Juegos Olímpicos en tres ocasiones, pues antes los organizó en 1908 y 1948. También es la única a la que le han sido adjudicados cuatro veces, porque debió ser la anfitriona de la edición 13, frustrada por la II Guerra Mundial.

Como era de esperar, desde su ceremonia de apertura le dio la bienvenida al mundo con el espíritu de The Beatles, cuando el 27 de julio, en el estadio olímpico, el grupo Artic Monkeys dejó escuchar el clásico Come Together (Vamos a unirnos), en una gala en la que el pebetero estuvo formado por 204 antorchas, representando a la misma cantidad de naciones participantes. El colofón de eximio arte encontró a Paul McCartney regalando su mítico Hey Jude.

La capital británica pasa a la historia de los Juegos como la primera que hospedó a mujeres en todas las delegaciones que intervinieron y, en el orden deportivo, estrenó al boxeo femenino.

Cuba también aportó sus novedades. Nunca antes había logrado una medalla de oro en el tiro, hasta que Leuris Pupo se vistió de héroe en la pistola rápida; tampoco una judoca de la división superpesada cosechaba un lauro de primer lugar. Ese mérito le correspondió a Idalys Ortiz, quien en la justa londinense obtuvo su segundo premio bajo los cinco aros, después del bronce de Beijing-2008. Aunque Leonel Suárez nos dio la primera medalla en la agotadora prueba del decatlón, al finalizar en bronce en la capital china, en Londres se convirtió en el único que lo ha hecho dos veces, al conquistar el mismo peldaño.

Río de Janeiro, en 2016, no se quedó atrás en eso de inscribir hitos en las páginas de la gran fiesta multideportiva. De hecho, fue la primera vez que Sudamérica hospeda al concierto atlético mundial; por primera vez allí se sobrepasó la cifra de 11 000 deportistas (11 238); nació en esa urbe la delegación de atletas refugiados, que repetirá ahora en Tokio. Hace cuatro años la integraron cuatro mujeres y seis hombres de Siria, Sudán del Sur, Congo y Etiopía, y después de 112 años, desde San Luis-1904, el golf regresó a los Juegos.

Algunos países lograron, tras 120 años de Juegos Olímpicos, su primera medalla de oro. El gimnasta bielorruso Uladzislau Hancharou fue uno de los que le dio ese alegrón a su patria, como lo hizo para Puerto Rico Mónica Puig, en el tenis, o Ruth Beitia, premiando a España con su único triunfo femenino en el atletismo, hazaña multiplicada al coronarla con 37 años de edad.

La ciudad carioca despidió por todo lo alto a dos dioses de los podios de premiación, al estadounidense Michael Phelps, conocido como el Tiburón de Baltimore, y al jamaicano Usain Bolt. El nadador cerró su libro en las piscinas olímpicas con 28 medallas, de ellas 23 de oro, tres de plata y dos de bronce. El rey de la velocidad, quien conquistó, no con guerras, sino con su carisma de buen hombre, escribió en Río de Janeiro un epílogo idéntico al prólogo de su carrera deportiva: dijo adiós como mismo llegó en Beijing-2008, ganando los cien, 200 metros y el relevo 4X100. Desde la capital china hasta Río disputó nueve pruebas, y en todas venció.

A pesar de esas emblemáticas y ya legendarias figuras, Río de Janeiro conoció al único superpesado de la lucha grecorromana en ganar tres Juegos consecutivos. Como si fuera poco, bandera en mano, ese hombre, que se llama Mijaín López, el próximo 2 de agosto buscará en Tokio su cuarta diadema, para hacer crecer la historia que comenzó en el entronque de Herradura, Pinar del Río, el 20 de agosto de 1982.

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