Los jóvenes mexicanos sí desean comprar vivienda, pero sus ingresos no les alcanzan frente a un mercado inmobiliario enfocado en los sectores socioeconómicos más altos. El salario mensual promedio de personas de entre 15 y 44 años va de $4,090 a $6,762, mientras que el precio promedio de una casa en el país es de $1.7 millones de pesos.

En ciudades como CDMX y Guadalajara, 70% de los millennials desea adquirir vivienda, pero solo 35% lo ha conseguido. En contraste, en Monterrey 70% sí es propietario, gracias a una oferta más accesible en el pasado.
El acceso a una casa ahora llega en promedio a los 35 años, frente a los 27–28 años de generaciones anteriores. Esto responde a una oferta concentrada en vivienda vertical de gama alta, que solo cubre al 7% de la población.
Además de los altos precios, hay otros obstáculos: escasa oferta adecuada para jóvenes, regulaciones que impiden construir unidades más pequeñas y diseños poco funcionales para sus necesidades actuales.
Aunque algunos señalan que los jóvenes evitan compromisos, los datos muestran lo contrario. La demanda existe, pero la oferta no está alineada. Nuevos modelos de ocupación como renta compartida, compra digital, crédito flexible y construcción modular comienzan a surgir.
Con entre 35 y 38 millones de personas, los millennials y la generación Z representan una presión demográfica que obliga a transformar el mercado inmobiliario. El problema no es que no quieran casa: es que no se les está ofreciendo lo que necesitan, ni en el formato adecuado ni en el momento oportuno.

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