El voto dividido consiste en que los ciudadanos depositen su voto a favor de un partido en una urna y que al mismo tiempo depositen su voto en otra por el candidato de otro partido.

En México cada vez es más común la creación de coaliciones por parte de los partidos políticos, ya sea, por tener las mismas ideas o para ‘unir fuerzas’ contra otro partido.

El voto dividido consiste en que los ciudadanos depositen su voto a favor de un partido en una urna y que al mismo tiempo depositen su voto en otra por el candidato de otro partido.

El voto diferenciado se define como una conducta normal en democracias maduras y bien establecidas, mediante el cual los ciudadanos utilizan el sufragio para no otorgar fuerza política o el control total de los espacios, impulsando con ello el equilibrio y contrapeso en los poderes públicos.

Al ejercer el voto de esta manera se debilita el llamado ‘voto duro’, el cual es la fuerza segura con la que cuentan los partidos para enfrentar los procesos electorales. Es un voto que busca favorecer contrapesos que son esenciales para atajar la concentración del poder.

Por ello, todos los partidos políticos han pedido a sus simpatizantes un voto homogéneo para los más de 21 mil puestos de gobierno que se renovarán el próximo 6 de junio en México.

Algunos ejemplos

Desde el 2000, el voto diferenciado o dividido hizo su aparición, aunque en proporciones diferentes, ya que en ese año de la alternancia, Vicente Fox obtuvo 4.0 por ciento de votos más que los candidatos a diputados de su coalición (PAN-PVEM), es decir, se favoreció al candidato del cambio por encima del voto partidario.

En una de las elecciones más reñidas de la historia contemporánea, en 2006, el voto cruzado se disparó como producto de la fuerte competitividad, pues Felipe Calderón obtuvo sólo uno por ciento más que los diputados de su partido, es decir, hubo consistencia entre el voto por el partido que estaba en el poder y el candidato presidencial.

En el caso de AMLO, éste recibió seis por ciento más que los diputados de la coalición que lo apoyó, lo que en términos absolutos representó dos millones 787 mil 301 votos de diferencia.

Esto demuestra que la candidatura presidencial fue un polo de atracción diferenciado del voto para el Congreso de los partidos coaligados.

Por otro lado, en el caso de Madrazo ocurrió todo lo contrario, pues el candidato del PRI y el Verde cayó al tercer lugar, porque su votación fue 6.9 por ciento inferior a lo que obtuvo su coalición en la elección de diputados, es decir, el voto de los partidos se deslindó del candidato presidencial perdedor y algo muy semejante ocurrió con Roberto Campa, el candidato presidencial de Nueva Alianza, que sólo obtuvo 0.99 por ciento de la votación, mientras que los candidatos a diputado de dicho partido obtuvieron 4.7 por ciento.

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