Chelsea obtiene la segunda Champions League de su historia al derrotar (0-1) al Manchester City en el Estadio Do Dragao de Portugal. Los dirigidos por Thomas Tuchel lograron la hazaña al detener a la poderosa ofensiva de los citizens de Pep Guardiola, quienes ven frustradas sus intenciones de llevarse la orejona por otro año más.

Kai Havertz fue quien marcó el único gol del encuentro luego de quitarse a Ederson y empujar el esférico hasta el fondo de la red.

Dos estilos diferentes se vieron las caras en el Estadio Do Dragao. La tenencia del balón del City, característica fundamental de los equipos de Guardiola, ante la velocidad máxima de un juvenil Chelsea.

En ese sentido, las descolgadas le ganaron la partida durante el primer tiempo al entrenador español y los suyos. No una, ni dos. Tres veces el Chelsea tuvo la opción de marcar en los pies de Timo Werner, quien se veía bastante nervioso ante el arco de Ederson.

Esos errores estaban salvando al Manchester City hasta que, en una jugada de tres toques, el Ballet Azul dejó mano a mano a Kai Havertz ante Ederson. El alemán se quitó al portero brasileño para definir el primer y único tanto del partido para regocijo de la afición londinense, e incluso, de Thiago Silva, defensor que tuvo que abandonar el partido por lesión.

Para el complemento, el ritmo de partido cambió. La velocidad del primer tiempo le dio su lugar al control del balón del Chelsea que jugó con la desesperación del Manchester City.

Bajo este esquema, la figura de Ngolo Kante se agigantó. Parecía que había tres jugadores del Chelsea con el número siete en la espalda en el terreno de juego. Atacaba, defendía, barría y demás.

El continuo contacto debido al ritmo de partido dejó varios encontronazos en el terreno de juego, el más duro, fue el de Antonio Rudiger y Kevin De Bruyne que terminó con la salida, con ojo morado incluido, de parte del jugador belga.

Los cambios se hicieron presentes, pero no modificaron en nada. Kun Agüero, Fernandinho, Gabriel Jesús. Los hombres de refresco de Guardiola no generaron el peligro que se esperaba, es más, la más clara, la que parecía que podía cambiar el destino del partido apareció hasta el último de los siete minutos agregados: Una semivolea de Ryad Mahrez hizo gritar a todos… el balón, caprichoso como siempre, se fue ‘arribita’ del travesaño. Todo estaba dicho.

Tan pronto como el árbitro silbó, los jugadores del City se desplomaron. El Kun comenzó a llorar, mientras los jugadores del Chelsea festejaban su segunda Liga de Campeones: La Orejona se pintó de azul por segunda vez en la historia, la Orejona volverá a Londres nueve años después. ¡Chelsea, campeón de la Champions League!

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