En 2008 el IMP declaró que las tierras de Paraíso, Tabasco, no eran aptas para instalar una refinería debido a que albergan una amplia gama de ecosistemas y especies protegidas. Sin embargo, en 2018 –sin contar con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA)– se inició el desmonte de 220 hectáreas de selva y manglares para construir ahí Dos Bocas, destruyendo el hábitat de cientos de especies. Ahora que López Obrador inauguró la primera etapa de la refinería, habitantes de comunidades aledañas temen que ocurran más daños ambientales, como la emisión de gases contaminantes o los derrames de crudo en el río y la laguna de Mecoacán.

PARAÍSO, Tab. (Proceso).– Los cangrejos azules viven en madrigueras que excavan en la tierra para protegerse de depredadores, pero cuando en septiembre de 2018 las retroexcavadoras conocidas como mano de chango y los tractores de oruga entraron ilegalmente a su hábitat, una zona de manglar, para desmontar el terreno y construir la refinería Olmeca de Dos Bocas, los cangrejos quedaron sepultados.

El pasado 1 de julio, en el cuarto aniversario de su triunfo electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador ­inauguró la primera fase de la refinería, que está sobre un cementerio de cangrejos. A dos años y 11 meses del inicio de las obras, está listo el complejo de oficinas administrativas, 17 plantas de proceso y 90 tanques de almacenamiento. Comenzó así el periodo de prueba de seis meses. La refinería comenzará a operar en 2023, según el gobierno.

La construcción de la refinería, sobre bosques de manglar, a orillas del Río Seco, cambió la ruta del cangrejo azul para cumplir su ciclo reproductivo, cuenta Élder. “El río los conecta al Golfo de México, cuando el cangrejo hace su migración para desovar en el mar. Ahorita con la refinería se modifica esa área y está teniendo un impacto en la población del cangrejo”

Fuente: Proceso

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